domingo, 8 de marzo de 2009

El asedio de Troya: el caballo y Bértolo


No toda la Galia está ocupada por los romanos: hay una pequeña aldea que todavía resiste al invasor. Caballo de Troya es un sello con vocación independiente integrado en el omnipresente grupo Random House Mondadori, una editorial pequeña en una gran guerra, la búsqueda de nuevas literaturas en lengua española.

Desde Caballo de Troya, Constantino Bértolo suelta los perros, arriesga la apuesta y asume los peligros de abrir las puertas a las literaturas que todavía no son, pero que podrán ser. Los futuros los construyen las minorías, porque las mayorías suelen acomodarse en lo que conocen por culpa de una curiosidad adormecida.

El veterano editor lucense parece apasionado por su trabajo, que necesita de la experiencia, la pelea, la ilusión y el escepticismo. Levanta los puños contra el mercantilismo y se niega a aceptar los patrones de conducta del sector editorial. Denuncia la necesidad de una nueva crítica que no doble la rodilla ante la hegemonía de los que gobiernan el mercado y los medios. Nos dice en cierta entrevista: “Busco autores que hablen de la precariedad, como una manera de estar en el mundo”. La precariedad que nos rodea en el Primer Mundo es la de las grandes diferencias económicas y sociales, pero también la precariedad intelectual. Y la precariedad intelectual no consiste en no saber. Consiste —y lo vemos con demasiada frecuencia a nuestro alrededor— en no querer saber o en creer que uno ya sabe.

¿Qué podemos hacer? ¿Leer? Podría ayudar pero, ¿podemos leer cualquier cosa? Constantino Bértolo recoge el IX Premio Periodístico de Lectura de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, y cierra su discurso de agradecimiento advirtiéndonos de nuestra responsabilidad como lectores: “Acaso sea prudente recordar que somos responsables de las palabras que leemos y escuchamos”. Bértolo rechaza la idea de que cualquier libro es bueno. Sería como decir que todo lo que comes es sano. ¿Por qué leer a Ruiz Zafón o a Dan Brown? ¿Porque ambos publican en grandes editoriales? ¿Porque los está leyendo la mayoría? Si las minorías hubiesen aceptado que la mayoría tiene siempre la razón, las tradiciones se habrían impuesto a cualquier reflexión, y la humanidad se habría estancado en la ortodoxia y en el tiempo. No dejemos que suceda. Siempre hay voces que quieren saber, literaturas que hacen preguntas. El debate nos hace crecer y el criterio nos despierta el apetito de ser libres.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

este hombre vale mucho.

Paradógica dijo...

Mucho, mucho. Acaba de publicar LA CENA DE LOS NOTABLES, lo recomiendo a todos los leones literarios.