lunes, 13 de octubre de 2008

Tom Spanbauer. El hombre que se enamoró de la luna

Tom Spanbauer. El hombre que se enamoró de la luna.
Ed. Muchnik. Colección: Quinteto (2002)




Este libro está lleno de verdad. Sí, queda cursi. Pero no sé como nombrar cuando piensas que el autor lo ha contado todo, que las palabras estuvieron al servicio de hacerte llegar de una manera directa y sincera lo que sabe. La historia de Cobertizo se cruza con la de otros tres personajes; Ida, Dellwood y Alma, en el contexto de un burdel, en 1880, en Idaho. Es un texto pensado silaba a silaba. Un libro que sabía de si mismo que iba a ser mirado con lupa cuando saliera a pasear por las librerías.
La sexualidad rompe con todo. El amor es la fuerza que une a estos personajes frente a un medio estrecho y arisco. La importancia del lenguaje, la capacidad de husmear y contar. La confianza de que al final uno puede hacer frente a cosas y renovarlas por completo.
Tengo que decir que (es mi opinión, claro) hay diálogos muy artificiales, expresiones demasiado cuadradas en las que los personajes pierden la frescura. Quizá porque a Tom Spanbauer lo que le importaba por encima de la literatura era que supieras algunas cosas.

2 comentarios:

Javier Sales Melgarejo dijo...

Yo no lo he leído, pero intuyo que el problema quizás sea la frescura del texto. A veces la revisión y el exceso de preciosismo, puede llegar a acabar con la frescura que necesita una novela larga. Supongo que también esto depende de las curvas de intensidad que debe tener la historia. De todas formas también he escuchado elogios a esta novela, con lo cual ya no sabe uno a que atenerse.
En fin, enhorabuena por tu primera entrada...

Carlos Rivero dijo...

Cuando se publicó El hombre que se enamoró de la luna insultaron a Spanbahuer en una emisora de radio. Antes de darle paso, el locutor dijo en antena que el libro del que iban a hablar era “una sarta de chorradas, una inmensa tontería”. Parece que en ciertos ámbitos no gustó su tratamiento del lejano oeste.

Aún no lo he terminado, Su. Es verdad que el lenguaje y el foco están muy trabajados, lo que más me llama la atención de este libro es el narrador protagonista, el indio shoshone Cobertizo, que inicia un viaje convirtiéndose en los ojos, manos, oídos, lengua y nariz del lector.

Los insultos en la radio quizá son parte de la escritura del riesgo.